Las técnicas psicológicas son herramientas que los psicólogos utilizamos para evaluar y tratar a los pacientes. Las técnicas consisten en un conjunto de pasos preestablecidos, pautados, que se aplican de manera flexible, adaptándolo al caso por caso. De modo general, se podría decir que las técnicas de tratamiento psicológico son los medios por los cuales se facilita el aprendizaje en la terapia psicológica. También las llamamos procedimientos o procedimientos técnicos.

Existen muchas técnicas psicológicas, las cuales se relacionan entre sí y a veces se parecen mucho. Es frecuente que un mismo procedimiento psicológico reciba varios nombres de acuerdo con qué parte del mismo se quiere enfatizar.

Algunas técnicas son de uso más general y se aplican a un amplio espectro de problemas, como por ejemplo, la relajación muscular profunda. Otras son muy específicas y se aplican puntualmente a algunas patologías, como por ejemplo, la exposición interoceptiva que se usa en el tratamiento del trastorno por pánico.

Psicoeducación

Se trata de brindar información científicamente validada y relacionada con el problema que se desea modificar, en un lenguaje adecuado y comprensible para la persona. Es muy importante que la información tenga un sentido práctico y no teórico, es decir, los psicólogos no le damos a los pacientes información general de modo teórico, sino que lo hacemos orientándonos a su problema, con ejemplos cotidianos por los cuales consulta.

Es un procedimiento altamente efectivo y en algunos cuadros, muchas veces, la simple información correcta, hace que el paciente mejore. Un caso típico es el trastorno de pánico. Las personas se tranquilizan mucho en incluso dejan de experimentar crisis cuando les explicamos que durante las mismas no se van a morir, ni infartar, ni desmayar; sino que sólo se trata de ansiedad, muy desagradable, pero que se pasa sola.

Discusión cognitiva

Es un ejercicio en el cual le enseñamos a los pacientes a detectar lo que piensan de modo automático, registrarlo y luego, cambiarlo mediante una discusión racional. Básicamente, se trata de llevar adelante un análisis lógico y basado en el sentido común de las evidencias.

La mayoría de las veces, las personas que tienen algún desorden psicológico, presentan pensamientos catastróficos alejados de las evidencias, como por ejemplo, cuando una persona con ansiedad ante la salud, siente una molestia en el estómago y piensa “¿y si es un tumor?”

La discusión cognitiva es un ejercicio mediante el cual se concientiza y se aprende a descreer de estos pensamientos catastróficos que no tienen evidencia. Con el tiempo y la práctica, se espera generar un hábito de pensamiento más saludable, reemplazando las ideas catastróficas por alternativas más sanas y realistas. En el caso propuesto, por ejemplo, se pretende llegar a internalizar una respuesta como “será algo que me cayó mal, espero un rato y seguro se me pasa como tantas veces me sucedió”.

Experimentos conductuales

Son tareas sencillas que terapeuta y paciente se proponen realizar con el fin de testear la validez de alguna idea. Así, ante una idea negativa y/o generadora de temor por parte del paciente, el terapeuta le propone efectuar un ejercicio simple que nos diga si es o  no correcta.

Así, por ejemplo, un paciente con fuerte ansiedad social rechaza las invitaciones de sus compañeros de trabajo para almorzar pues cree que se burilarán de él. El experimento conductual plantea como objetivo aceptar una invitación, observar cuáles son las reacciones de los demás hacia él y evaluar cómo se siente en la situación social.

Los experimentos conductuales son una herramienta importante para ayudar al paciente a formular ideas racionales que se aplican a la discusión cognitiva.

Exposición

Consiste en ayudar al paciente a afrontar las situaciones, sensaciones y pensamientos que le generan miedo, malestar y ansiedad.

Las personas podemos tener muchos miedos irracionales, una reacción casi automática ante los mismos es escapar, huir, evitarlos. Así, si nos asustan los espacios cerrados, trataremos de evitarlos, usaremos más escaleras y menos ascensores. Si tenemos mucho miedo de enfermar, iremos rápidamente a una guardia ante la más mínima sensación extraña. Si tenemos miedo a la locura y la enfermedad mental, trataremos de escapar de nuestros propios pensamientos, evitando algunos contenidos.

Lamentablemente, cuando el miedo es intenso, el evitar y escapar del mismo sólo puede generar un alivio momentáneo; el malestar luego retorna con más fuerza. Los miedos patológicos se van cuando los afrontamos, no cuando los evitamos. Esto es la base de la terapia de exposición.

La terapia de exposición consiste en un conjunto de pasos graduales, pautados y acordados entre paciente y terapeuta para ir afrontando los temores irracionales. A veces, utilizamos técnicas de manejo de la ansiedad para que el afrontamiento sea más fácil para el paciente. Existen muchos subtipos de exposición que se aplican según el caso, especialmente en los trastornos de ansiedad; por ejemplo, exposición narrativa, exposición interoceptiva, exposición funcional cognitiva.

Desensibilización sistemática

Es una técnica frecuentemente utilizada en el tratamiento de las fobias y los miedos patológicos en general, es una forma de exposición que se lleva delante de modo gradual y con la ayuda de herramientas de manejo de la ansiedad.

La forma más común de la desensibilización sistemática se llama “imaginal”. Consiste en que la persona imagine las situaciones que teme, en orden, de lo que menos hacia lo que más temor le produce, pero en estado de relajación. De este modo, la relajación actúa inhibiendo la reacción de ansiedad ante las situaciones-estímulo que la producen.

Relajación muscular profunda

Se trata de un procedimiento con el cual entrenamos al paciente a llevar adelante una reacción de relajación muscular para que sea utilizada en momentos de ansiedad, enojo o estrés. Cuando los músculos se relajan, esto se informa al cerebro y así, se experimenta un estado de menor activación.

La relajación muscular es una herramienta que se usa en muchos enfoques, no sólo en las terapias psicológicas. La diferencia es que en terapia cognitivo conductual enseñamos a usar la relajación en situaciones ambientales reales y progresivamente más complejas. Así, la persona aprende a generalizar la respuesta de relajación en el trabajo, en una discusión con su pareja o cuando tiene que dar un examen. En todos los caso, esto ayuda a disminuir el malestar emocional y por ende, ser más funcional en la resolución de los conflictos.

Entrenamiento en habilidades sociales

Se trata de un conjunto de pasos estructurados para que la persona aprenda habilidades a fin de interactuar con los demás.

Muchas personas carecen del conocimiento y la práctica para relacionarse con los demás. Esto va desde saludar, iniciar y mantener una conversación, pedir un favor, negarse a hacer un favor o un pedido (“saber decir que no”), entre otro montón más de herramientas interpersonales que se usan a diario.

Como se trata de habilidades prácticas, el terapeuta enseña al paciente practicando. Así, no sólo le da información, sino que le muestra con casos concretos cómo se hace la conducta (por ejemplo, cómo se inicia una conversación) y luego le pide que lo practique tanto en el consultorio como fuera de él. Esto es, se lleva adelante un ensayo de roles.

Hay algunas áreas especialmente importantes de las habilidades sociales.

  • Ser asertivo, es decir, aprender a expresar lo que uno piensa y siente, de modo socialmente adecuado, sin ira ni ansiedad; pero decirlo, o sea, no callarlo.
  • Aprender habilidades hetero u homo sociales. Con ello, nos referimos a la incorporación al repertorio de habilidades de seducción hacia el sexo opuesto o el propio sexo de acuerdo con la orientación sexual. Esto vale tanto para saber emitir las conductas apropiadas para seducir así como saber cómo reaccionar cuando se es seducido. Es un tipo de entrenamiento que ayuda mucho en el proceso de encontrar una pareja, pues el lenguaje de la seducción tiene códigos parcialmente distintos al resto de los ámbitos.
Entrenamiento en resolución de problemas

Con este procedimiento, enseñamos a los pacientes a realizar un análisis racional de las dificultades cotidianas y sus alternativas de solución.

En un proceso espontáneo de solución de problemas, las personas utilizamos de modo natural el conocimiento que hemos adquirido durante nuestras vidas y lo aplicamos frecuentemente de modo automático. Así, cuando recibimos un consumo que no hemos efectuado en la tarjeta de crédito, llamamos y pedimos su anulación; cuando un compañero de trabajo incumple e interfiere con el nuestro, hablamos primero con él y pedimos que cambie, luego nos dirigimos a los superiores. Estos son ejemplos de los problemas cotidianos que las personas a veces, no pueden resolver debido a un déficit en sus habilidades o debido a alguna traba emocional.

El entrenamiento en resolución de problemas plantea una secuencia de pasos para abordar los conflictos cotidianos:

  1. Definición y análisis racional del problema.
  2. Planteo de alternativas racionales de solución
  3. Evaluación de ventajas y desventajas de las alternativas anteriores.
  4. Elección de una alternativa y su puesta en práctica.
  5. Análisis de los resultados obtenidos y a partir de ahí, decidir si el problema se resolvió o se decide continuar con otra alternativa.

Como en todos los procedimientos de la terapia cognitivo conductual, no se trata solamente de resolver el ejemplo con el que trabajamos, sino que la persona aprenda un método general para aplicar a muchos problemas, actuales y futuros.

Activación conductual

Es un programa de entrenamiento muy utilizado para el tratamiento de la depresión. Consiste en la planificación y ejecución de actividades, desde las muy sencillas avanzando progresivamente hacia las más complejas. Por otro lado, vamos practicando con el paciente la valoración de dos aspectos. Por un lado, el dominio, es decir, en qué medida pudo hacer la actividad, cuánto pudo lograr el objetivo propuesto. En segundo lugar, favorecemos la toma de consciencia del agrado, vale decir, el nivel subjetivo de placer experimentado en la realización de la tarea.

A través de los programas de activación conductual, logramos que las personas depresivas vayan paulatinamente haciendo cada vez más actividades, pero también que sean más conscientes de sus logros y del placer que experimentan en ellas. Todo ello conduce a una mejora en el estado de ánimo.