La distimia es una forma de depresión, más leve pero crónica. Es decir, se trata de un estado de ánimo depresivo leve pero que dura mucho tiempo, a veces incluso toda la vida. El distímico nunca se siente muy mal, pero siempre se siente un poco mal.

La persona distímica experimenta cierto nivel de pesimismo, falta de conformidad con lo que tiene, frustración, mal humor. Suelen sentirse mejor cuando sucede algo importante que desean o cuando encaran un proyecto nuevo, como por ejemplo, un nuevo trabajo o una pareja. Pero al cabo de un lapso relativamente corto, unos meses, vuelven a su estado de ánimo habitual levemente depresivo.

La persona con distimia generalmente no se siente conforme con su vida en diferentes ámbitos, como amigos, pareja, trabajo; incluso cuando hay condiciones objetivas y claras de que las cosas le van bien. Así, es común ver personas “objetivamente exitosas” que no se sienten a gusto. De hecho, suele pasar que las personas con distimia pasan años persiguiendo un objetivo, por ejemplo, terminar una carrera o acceder a cierto trabajo, pero cuando lo logran, no lo pueden disfrutar o sólo los alegra un tiempo corto, luego se acostumbran y ya no los conforma. De alguna manera, son inconformistas crónicos y siempre quieren más, pero cuando lo alcanzan, el placer se les escurre como agua entre los dedos.

Quien padece distimia puede no saberlo, no considerar que tiene un problema psicológico sino creer que esto es simplemente una manera de ser. Es por esto que las personas distímicas muchas veces no buscan tratamiento, porque simplemente se acostumbraron a vivir así.

Las causas de la distimia son muchas, a veces complejas. Como es una forma de depresión, comparte con ella algunos de sus factores causales. Entre otras, se han identificado:

  • Un componente hereditario relacionado con el trastorno bipolar.
  • La desesperanza aprendida, tanto positiva como negativa, similar a lo que sucede en la depresión.
  • Distorsiones cognitivas, especialmente, expectativas exageradas y no realistas acerca del éxito y el placer que se deriva de situaciones cotidianas.
  • Un trastorno de ansiedad coexistente, no tratado y por ende, no curado.
  • Un estilo cognitivo explicativo pesimista, que explica el fracaso como dependiendo de uno y el éxito como producto de factores ajenos.
  • Consumo y abuso de sustancias durante largos periodos.

El tratamiento de la distimia comparte muchos elementos con el de la depresión. En este sentido, muchos procedimientos eficaces para la depresión, también lo son para la distimia. Frecuentemente, usamos las misma técnicas pero enfatizando alguna arista diferente que en el tratamiento de la depresión. Por ejemplo, en el tratamiento de la distimia utilizamos:

  • Psicoeducación.
  • Discusión cognitiva.
  • Entrenamiento en solución de problemas.
  • Programación de actividades con valoración de dominio y agrado

Pero por ejemplo, en este último procedimiento, nos centramos más en la generación y modulación de expectativas previas adecuadas que en el placer obtenido.

El tratamiento de la distimia es de buen pronóstico pero suele llevar más tiempo que otros tratamientos y las recaídas son más frecuentes.